Estimado candidato, Perdón por lo de estimado. Vaya por delante que no le tengo ningún aprecio especial más allá del que le profeso a quien no conozco de prácticamente nada. Pero como lleva usted unos cuantos meses metiéndose a todas horas en mi casa, en mi trabajo, en mis conversaciones y en mi vida, al final no vamos a decir que el roce hace el cariño, pero sí la familiaridad. Le escribo esta carta abierta en el día crucial para usted, el único día en el que dicen que se me va a hacer caso. A mí y a los treinta y pico millones de españoles que estamos llamados a las urnas. Hoy es mi día para escribírsela. Hoy es mi día para hacérsela llegar. Para empezar, perdóneme si de entrada no le creo. No me creo nada de lo que me ha ido explicando durante estos días. Sea usted rojo, morado, naranja, azul o verde, da igual. Y no me lo tenga en cuenta, a lo mejor no es ni siquiera culpa suya directamente. Igual es por culpa de alguien de su partido que ha metido la mano donde no debía,...