Hay una época del año en el que los árboles de hoja caduca parece que estén muertos. Sólo es cuestión de tiempo que cambie nuestra percepción.
Después de más de 60 días de confinamiento y siguiendo un bastante estricto programa de actividades…doy las gracias de poder seguir trabajando desde casa, ya que llena una buena parte del día. Sé de amigos y familiares que no tienen ya esta suerte, por diferentes motivos y para ellos debe ser doblemente duro.
Ahora todo cabe, tenemos el tiempo infinito de 24 horas al día. Cocinamos, jugamos, escuchamos música, radio, leemos, vemos esas series que teníamos en espera como “pendiente”. Pensamos, mucho, en pasado, en presente, en futuro, en salud, en trabajo. Mientras que la naturaleza se va haciendo dueña de una buena parte de lo que le hemos ido arrebatando, aunque sólo sea momentáneamente. Vemos lo débil que son nuestros pensamientos y nuestros planes; todo se debe replantear, todo se debe reconstruir por lo que todo se puede mejorar, dependerá de nosotros y nuestras prioridades. No soy muy optimista al respecto ya que parecemos más interesados en cuando podremos ir de tapas, al fútbol o a la playa que cuando se va a restablecer las actividades en escuelas, institutos y universidades.
Hace 17 meses nos hicieron abuelos, la pequeña Alex a la que gracias a la tecnología podemos ver cada día un par de veces , aunque ella parece no prestar mayor atención, vemos con sorpresa que comienza a hablar, que camina con una seguridad pasmosa e incluso ya domina algo la cosa de los “smart” y “tablets”. Su mundo se circunscribía hasta hace bien poco a las paredes de su casa. Los límites de su planeta eran la terraza desde donde ve de tanto en tanto pasar a algún ser que acompaña a un perro al que señala y reconoce como de la misma especie de su compañera de juegos “Drakaris” y el pequeño balcón de la parte trasera del piso donde habita.
Me cuentan que al principio del confinamiento señalaba la puerta, exigía subirse al cochecito de paseo. Pasadas unas semanas esas costumbres parecen haber dejado ya su impronta en su aún casi vacío disco duro. Debe haber interiorizado que su Universo acaba aquí, en esas estancias? Recientemente se le ha abierto un Universo maravilloso e inabarcable en las cercanías de su planeta primigenio. No imagino el terremoto mental que puede haber supuesto este gran cambio.
Nuestro corazón está prisionero en un móvil, desde donde abusando de él hasta extremos que nunca hubiera siquiera imaginado…encontramos a los más “cercanos” en la lejanía.
Espero que para todos esto acabe bien y sea sólo un principio de algo diferente…y mejor si cabe.
Gràcies per el vostre temps i que la força us acompanyi.
Después de más de 60 días de confinamiento y siguiendo un bastante estricto programa de actividades…doy las gracias de poder seguir trabajando desde casa, ya que llena una buena parte del día. Sé de amigos y familiares que no tienen ya esta suerte, por diferentes motivos y para ellos debe ser doblemente duro.
Ahora todo cabe, tenemos el tiempo infinito de 24 horas al día. Cocinamos, jugamos, escuchamos música, radio, leemos, vemos esas series que teníamos en espera como “pendiente”. Pensamos, mucho, en pasado, en presente, en futuro, en salud, en trabajo. Mientras que la naturaleza se va haciendo dueña de una buena parte de lo que le hemos ido arrebatando, aunque sólo sea momentáneamente. Vemos lo débil que son nuestros pensamientos y nuestros planes; todo se debe replantear, todo se debe reconstruir por lo que todo se puede mejorar, dependerá de nosotros y nuestras prioridades. No soy muy optimista al respecto ya que parecemos más interesados en cuando podremos ir de tapas, al fútbol o a la playa que cuando se va a restablecer las actividades en escuelas, institutos y universidades.
Hace 17 meses nos hicieron abuelos, la pequeña Alex a la que gracias a la tecnología podemos ver cada día un par de veces , aunque ella parece no prestar mayor atención, vemos con sorpresa que comienza a hablar, que camina con una seguridad pasmosa e incluso ya domina algo la cosa de los “smart” y “tablets”. Su mundo se circunscribía hasta hace bien poco a las paredes de su casa. Los límites de su planeta eran la terraza desde donde ve de tanto en tanto pasar a algún ser que acompaña a un perro al que señala y reconoce como de la misma especie de su compañera de juegos “Drakaris” y el pequeño balcón de la parte trasera del piso donde habita.
Me cuentan que al principio del confinamiento señalaba la puerta, exigía subirse al cochecito de paseo. Pasadas unas semanas esas costumbres parecen haber dejado ya su impronta en su aún casi vacío disco duro. Debe haber interiorizado que su Universo acaba aquí, en esas estancias? Recientemente se le ha abierto un Universo maravilloso e inabarcable en las cercanías de su planeta primigenio. No imagino el terremoto mental que puede haber supuesto este gran cambio.
Nuestro corazón está prisionero en un móvil, desde donde abusando de él hasta extremos que nunca hubiera siquiera imaginado…encontramos a los más “cercanos” en la lejanía.
Espero que para todos esto acabe bien y sea sólo un principio de algo diferente…y mejor si cabe.
Gràcies per el vostre temps i que la força us acompanyi.
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