Mª José Jiménez Cebrián
El Congreso ha aprobado este jueves cambios en el Código Penal, pero rechaza por ahora incrementar las penas por homicidio al volante
El Congreso ha aprobado este jueves cambios en el Código Penal, pero rechaza por ahora incrementar las penas por homicidio al volante
"Ruego
que nos ayuden a las víctimas de este horror a concienciar a legisladores y
jueces de que existe la criminalidad al volante y como tal se han de contemplar
estos delitos"
Escribo
esta carta un día como hoy desde la desesperación, tristeza extrema y una
profunda decepción tras leer la Proposición de Ley para la Reforma del Código
Penal y ver que no hay ninguna modificación sustancial al respecto de artículo
142 del código penal en el que dice: "el que por imprudencia grave causare
la muerte de otro, será castigado como reo de homicidio imprudente, con la pena
de prisión de uno a cuatro años". Permítanme explicarle mi caso y
entenderá porqué considero que se trata de otra manera más de matar.
Con
fecha 9 de diciembre de 2016 en torno a las 23:30 horas de la noche, mi querido
y único hijo Iván, de 15 años de edad, estaba esperando en la dársena del
autobús en la Plaza de Neptuno de Madrid junto a su padre cuando fue
brutalmente embestido por un desalmado, que contaba con 45 condenas previas.
Por ejemplo, por conducción temeraria bajo efectos de alcohol y drogas.
Conducía a 135 km por hora por la Castellana un coche robado, y lo hacía
bajo los efectos de altas dosis de alcohol (1,91), cocaína y psicotrópicos a
dosis muy por encima de las terapéuticas. Yo me encontraba a los pies de la
cama de un hospital en Barcelona con mi padre, recientemente intervenido,
cuando me llamaron para decirme que mi hijo estaba agonizando tras ser
brutalmente atropellado.
¿Ustedes
creen que el hecho de que este tipo embistiera a mi hijo lanzándolo a 13 metros
de distancia y provocándole lesiones incompatibles con la vida es accidental,
es casual? Claramente se trata de un acto doloso (robo, conducción temeraria a
velocidad extrema, bajo efecto de alcohol, drogas y otros psicótropos) en toda
la extensión de la palabra y es una forma de matar tan dolosa como el coger un
arma blanca o una pistola y manejarla poniendo en peligro la vida de terceros,
a sabiendas de que puedes matar.
Yo
sufrí un cáncer a los 28 años y conseguí vivir, después de ello concebí a mi
hijo, él era mi motor, mi vida, era todo para mí y desde entonces yo lo
único que quiero es morirme.
Es
por todo ello que les expongo, que ruego nos ayuden a las víctimas de este
horror a concienciar a legisladores y jueces de que existe la criminalidad al
volante y como tal se han de contemplar estos delitos y por ello ruego que se
revisen las penas. Que se separe el accidente circunstancial, del acto doloso
que pone en riesgo la vida de los demás y de acuerdo a ello se impongan las
penas.
Cuando
leo que se incrementan las penas a más de cuatro años tan sólo cuando "el
número de fallecidos fuere muy elevado" o "provocado la muerte
de dos o más personas" siento como si de nuevo embistieran y
atropellaran salvajemente a mi querido hijo Iván y a mí a su vez. No quiero ni
pensar lo que pudo sentir mi pobre hijo en ese momento y se me parte el alma y
se me quitan las ganas de vivir cada vez que lo pienso. Es más, llego a sentir
un dolor físico tan grande que me paraliza y me lleva al borde de la locura
generada por el dolor extremo de una madre que pierde lo que más quería por
culpa de una persona que ha demostrado, por sus antecedentes y condenas
previas, que no debía gozar de libertad hasta que no se garantice que va a
cumplir las normas de seguridad vial y de convivencia en sociedad.
Por
otro lado, me parece fenomenal la nueva campaña de sensibilización de la DGT
donde se habla de qué pasa con un infractor, puede morir o seguir vivo... y si
sigue vivo y tiene conciencia, en el caso del asesino de mi hijo le aseguro que
no la tiene, tal y como se demostró en el juicio por su actitud, pensar
que "he destrozado a una familia, he destrozado a una familia, he
destrozado a una familia...". Como dice el anuncio de la DGT, puede ser
muy duro, pero me gustaría resumirles el diario de un día cualquiera de mis
días, de los días de la mamá de Iván desde que Iván no está.
Suena
el despertador, has de levantarte e ir a trabajar pero pienso que yo
lo único que quiero es morirme.
Vas
a trabajar e intentas dar lo mejor de ti (soy médico), pero nunca serás la
misma, porque no quieres seguir viva, y pienso... yo lo único que quiero es
morirme.
Sales
de trabajar y te vas a hacer terapia a un grupo de duelo, para poder respirar y
sobrevivir a este HORROR y de camino al grupo piensas: por qué tengo que ir a
un grupo de ayuda, si yo lo único que quiero es morirme.
Sales
del grupo de terapia y vas a tu casa y piensas, he de cenar, pero para qué, si…
yo lo único que quiero es morirme.
Al
final ceno y me acuesto, besando antes la foto de mi hijo y encendiendo una
vela eléctrica que simboliza su luz, y piensas: un día menos de vida, un día
menos de horror, ojalá no amanezca viva y acabe todo mientras duermo, porque...
yo lo único que quiero es morirme.
Da
la casualidad que mientras escribo esta carta desde mi insomnio, son las 3:50
horas de la madrugada y estoy viendo que se ha creado un simulador de la
violencia machista. Estoy deseando se cree un simulador de la violencia vial y
así podrán experimentar en primera persona el estado de vacío que te queda
cuando te arrebatan brutalmente a un hijo a manos de un salvaje al volante,
sólo así me entenderían los legisladores y jueces y cambiarían las leyes y las
condenas. Mientras, sigo sufriendo en soledad, en la soledad que me confieren
estas cuatro paredes de mi casa, este infierno y esta vida sin sentido, con el
nudo en la garganta y el alma rota y desgarrada. El dolor que siento es
infrahumano y por ello pienso tantas y tantas veces en quitarme la vida, una
vida que no soporto.
Y
lo peor, dentro de tan sólo cuatro horas soy yo la conductora que he de coger
un coche, sin haber podido descansar. Pero he de cogerlo porque debo ir a
trabajar ya que nadie se preocupa del estado de las segundas víctimas, en este
caso de la mamá de Iván, que ha de trabajar a 30 kilómetros de distancia de su
domicilio. Quizás el estado debería conceder ayudas y no hablo de ayudas económicas,
sino de “soporte vital” que tanta falta nos hace cuando somos víctimas de una
lacra social generada por un fallo en el sistema.
Por
favor, les ruego, revisen las penas y el artículo 142, incorporen la palabra
DOLO en casos tan claros como el del asesino de Iván. A Iván nadie me lo va a
devolver, pero me aterra que otra madre sufra lo que yo estoy sufriendo, yo soy
la que tengo la máxima condena, la pena de cadena perpetua.
Llarga i próspera vida.
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